Dice el himno que "Un hombre llegose de noche a Jesús, buscando la senda de vida y luz." Algunos reconocerán a este hombre como Nicodemo. Aunque Nicodemo no aceptó ni confesó inmediatamente al Cristo, las palabras directas de Jesús a él quedaron obrando en su corazón y luego lo llevaron a la conversión (vea Juan 7:49-51; Juan 19: 38-40). Al predicar el evangelio, nunca nos cansemos de hacer el bien por las almas.
En la Conferencia de Washington, las iglesias Hispanas han estado activas por los pasados años compartiendo el mensaje de esperanza. Su fidelidad ha dado como resultado que preciosas almas lleguen a confesar a Jesús como Salvador. Al igual que Nicodemo, algunos recibieron la primera impresión del mensaje, pero no tomaron una decisión definitiva en ese momento. Había situaciones complejas que requerían reflección y oración.
Un buen ejemplo es el testimonio de Pedro Brito Jr. y su esposa Lucí Godiñez. Esta pareja había tomado los estudios bíblicos "La Fe de Jesús," pero al llegar al final de los estudios, aunque aceptaban las verdades bíblicas, no se sentían listos para tomar una decisión de bautismo. El pastor Samuel Pagán le hizo una visita amistosa donde les presentó la esperanza que tenemos en Jesús. Los llamó a aceptar a Jesús como Salvador personal en sus vidas, y la pareja respondió afirmativamente. Pero no fue hasta más de un año después cuando esta pareja no solo decidió bautizarse sino también casarse. El pastor Pagán tuvo el privilegio de casarlos y bautizarlos.
Todos los que conocemos a Jesús deseamos que otros también le conozcan. ¡Es nuestra urgente tarea! Pero tenemos que dejar que el Espíritu Santo haga su obra como El quiere y cuando El quiera. Sólo El puede darle madurez a la cosecha (vea Marcos 4:26-29).