“Gracias a Dios, se me ha abierto puerta grande y eficaz pero muchos son los adversarios” (1 Corintios 16:9) Gracias a Dios, la compra de la iglesia de Gresham, Oregon, es una realidad. ¿Cómo sucedió? Les contaré la historia:
Año 2011: Surge el sueño.
Al inicio del 2011, la iglesia hispana en Gresham de 85 miembros nos reuníamos en el templo americano, para el 2012 la feligresía aumentó a 160. Con esa cantidad de miembros se hacía muy difícil tener dos cultos simultáneos: el de los anglohablantes y el de los hispanos. El estacionamiento era insuficiente varios dejaban sus carros fuera del estacionamiento.
La congregación anglohablante estaba contenta con tener a la hermandad hispana en uno de sus edificios pero al mismo tiempo había preocupación por la situación del estacionamiento. Comenzó la necesidad de buscar una iglesia, pero al encontrarla, estaba fuera de los límites propuestos para la iglesia de Gresham, no hubo aceptación.
Año 2013: Año de la unión anglo.
Los hermanos anglohablantes de Gresham, le tenían mucho cariño a su templo, les había costado mucho esfuerzo y no querían venderlo. Pero por razones de estrategia territorial tuvieron que unirse tres iglesias anglohablantes en una sola: Gresham, Open Arms y Columbia Gorge, se abrió la posibilidad de vender uno de los edificios, no se sabía cuál y nos apuntamos para comprar uno, sin tener el dinero.
Fue en ese año que el Pastor Paczka lanzo la propuesta a toda la hermandad hispana de la conferencia de comprar una iglesia y la bendición cayó sobre la congregación de Gresham al ser seleccionada. La propuesta consistía que la cantidad donada al final del 2013 por los hispanos de la conferencia debería ser igualada por la iglesia local. Al final del 2013, no se había decidido cual edificio vender; y gracias a Dios por la espera, pues no teníamos suficiente dinero todavía.
Año 2014: Decisión de venta. Llego el 2014 y finalmente, la decisión era vender el templo de Gresham. ¡Alabado sea Dios por ello! Pero al verificar el monto total acumulado, solo teníamos la cantidad de 120 mil dólares más $55 mil dados por la conferencia. ¡No era suficiente! Deberíamos contar con $400 mil para poder solicitar un préstamo de $400 mil adicionales y además negociar el precio a de $850 mil a $800 mil.
Nace Gresham 101. Al iniciar el año 2014 teníamos poca esperanza de obtener el dinero, nos faltaban $265 mil y ya habíamos agotado nuestros recursos. Una vez más se decidió hacer un nuevo plan, poniendo a Dios por delante. Nos propusimos reunir otros $100 mil y que Dios nos diera el resto. Pero ¿de dónde? Fue entonces recordando el aceite de la viuda, (2 Reyes 4: 2,3) “¿Qué tienes en tu casa? … Nada, solo una vasija vacía”. Queríamos $100 mil pero no teníamos nada. No teníamos un amigo que nos diera $100 mil, o dos amigos que nos dieran $50 mil cada uno, pero buscaríamos 100 mil amigos que nos dieran un dólar cada uno. ¡Y eso hicimos!
El plan lo llamamos Gresham 101, y consistía en llamar y buscar personas, conocidos o no conocidos que estuvieran dispuestos a donar un dólar. El mensaje era: “¡Hola amigo! Quiero orar por ti”, -“¿Para qué?”, - “Para que me regales un dólar para comprar nuestra iglesia.” La mayoría nos lo daba, preguntando: “¿Sólo un dólar?” “Bueno, si quieres dar más busca cien amigos tuyos que te den un dólar.”
Este plan arriesgado, dio resultados. Dios es quien abre las aguas del Jordán y del Mar Rojo cuando tú das el primer paso.
Primeros resultados. Estando en las afueras de la conferencia vi salir a una persona y le grité: “Hi, my friend! I want to pray for you”. Oré por él y al terminar me dijo: “¡Ya hiciste mi día!” Al subir al carro para continuar el viaje, el hombre se acercó y me dio un dólar. De inmediato le pregunté: “¿Por qué me das un dólar? ¿Por qué no cinco o diez?” El hombre me respondió: “Eso me nació del corazón”. Fue entonces que le platiqué que esa mañana habíamos empezado a pedir un dólar a las personas, y sin saber del plan de los cien amigos se detuvo y me dijo: “No soy rico pero te voy a dar una donación”, me dio $100 dólares, lo que hacía un total de $101. Entonces me di cuenta que Dios estaba dirigiendo el plan Gresham 101.
Pequeños milagros. Dios obró maravillas y usó a gente humilde para levantar nuestro ánimo. Faltaban cuarenta días y al predicar anime a los hermanos a reunir la cantidad. Al salir del templo, el hermano Ramos de 85 años, sin propiedades, me dijo: “Ya no batalles, yo te voy a dar todo lo de mi jubilación para que no pierdas la iglesia. Te doy $60 mil para que la compres”. ¡Me quedé impactado!
Un amigo de Phoenix, Arizona, lo invite me dijo que no creía que fuera a funcionar, sin embargo, comenzó con el plan y cada vez que recibía me mandaba la foto y decía: “¡Funciona, la gente sí da aunque no sean adventistas!” Otra señora recibió un favor de un hermano, ofreció darle una gratificación, el hermano no aceptó. Pero le dio una carta y le dijo: “Si gusta, mande un donativo a la iglesia junto con esta carta”. Y así lo hizo la señora.
Un americano, no sabíamos quién era, llegó al culto, escuchó el sermón y dio mil dólares para el proyecto y prometió enviar $100 más mensuales, y así lo hizo. Una niña en Hillsboro, Oregon, escuchó el plan. Su padre le preguntó: “¿Tu cuánto darías?” Ella respondió: “Yo daría ciento un dólares,” porque pensaba que su papa se lo iba a dar. El domingo siguiente ella tuvo una fiesta de cumpleaños y en regalos recibió cien dólares y lo donó todo para la iglesia.
La iglesia fue rebajada $50 mil. La Unión del Pacífico Norte dio otro donativo, la Conferencia de Oregon colaboró grandemente y hoy, ¡tenemos una iglesia! Por la gracia de Dios ya abrimos otro grupo en el mismo edificio y creemos que en diciembre de este año, dos iglesias estarán llenas para honra y gloria de Dios.