La vida no siempre es fácil. La historia de este mundo esta llena de momentos difíciles, dos guerras mundiales, seguidas por dos guerras desbastadoras llenas de inmensos sufrimientos para las poblaciones de Corea y Vietnam; el Holocausto donde murieron millones de hombres mujeres y niños. La pandemia del 1918 ahora COVID-19 que le ha quitado la vida a mas de un millón de personas y todavía estamos contando. Ninguno de nosotros vamos a olvidar los últimos meses que hemos vivido. Hemos perdido seres muy amados, amigos de todas las edades, profesiones de todas clases y hemos tenido que hacer un sin numero de ajustes para poder sobrevivir y limitar nuestras perdidas.
Cada uno de nosotros estamos luchando con nuestras propias dificultades, obstáculos y por supuesto temores. El campo de la psicología nos enseña que desde que nacemos pasamos por varias etapas de desarrollo que van siendo demarcadas por momentos de crisis. Pasamos de bebes a niños golpeándonos, tratando de pararnos para poder caminar. Se nos caen los dientes, vienen dolores de músculos y nos salen espinillas en la cara; todo como demarcaciones de cambios de crecimiento. Crisis tras crisis se van acumulando hasta que alcanzamos la edad adulta. ¿Que determina el éxito de estas transiciones mientras que vamos pasando de un ciclo a otro? Nuestro estado mental, nuestro entendimiento de los eventos fisiológicos y mentales y la calidad de recursos personales que nos ofrecen nuestras familias de origen.
Cada ciclo pasado, cada crisis enfrentada va formando al individuo en la clase de persona que llegará a ser. La jornada presenta las oportunidades para desarrollar amor, paz, abnegación, paciencia, autocontrol, gozo o por lo contrario; amarguras, resentimientos, ira, odio, egoísmo y celos. El factor catalizador que hace la diferencia es la actitud mental de cada individuo, la filosofía de la vida que el va aprendiendo de los seres que lo rodean — sus padres, amigos, hermanos y las lecciones aprendidas en cada experiencia incluyendo su caminar con Dios por el “camino de Emaús.”
Este camino nos enseña que el hombre no es dejado solo a la deriva de sus emociones de fracaso y perdida. El camino de Emaús nos revela que Dios se las arregla para caminar junto a sus hijos, especialmente en tiempos de crisis. El que sabe y reconoce esto obtiene una habilidad excepcional de sobrevivir y recuperarse de los momentos difíciles. La resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada. Las personas mas resilientes son capaces de "rodar con los golpes" y adaptarse a la adversidad sin dificultades duraderas.
El temor no es innato al ser humano, nace como consecuencia de nuestra caída. “Tuve miedo y me escondí.” (Gen. 3:10). Cuando nos llenamos de temor nos confundimos porque distorsionamos la realidad de quien es Dios, quienes somos nosotros y quien es nuestro prójimo. Así que el Creador y Maestro te invita: “No se turbe vuestro corazón, (mantente habilitado mental y espiritualmente) creéis en Dios, creed también en mí.” “Porque Yo estoy contigo, no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Juan 14:1 y Isa. 41:10, adiciones al texto son del autor).