“Creo que el Espíritu Santo me estaba llamando a la Iglesia Adventista.”
Así dijo la hermana Rosa Elena, mientras conversábamos acerca de su experiencia con Cristo; pero, en realidad su vida no siempre estuvo en orden y en paz como lo está actualmente. Ella nos relata que vino a los Estados Unidos varios años atrás; pero, su búsqueda de Dios no había terminado.
Crecí en un hogar donde seguíamos la tradición Católica; aunque luego me convertí en Pentecostal, mientras vivíamos en México. Cuando vinimos a los Estados Unidos, anhelaba encontrar una iglesia donde pudiera adorar a Dios, y sentir su presencia, pero, no la encontraba. Entonces visite a varias Iglesias, pero no me sentía bien en ellas. Así que decidí, por algún tiempo, no asistir a ninguna iglesia.
Cuando mi amiga María se movió al Estado de Washington, comenzó a visitarnos y a hablarme de Dios. Ella había entregado su vida al Señor en la iglesia Adventista, en Nebraska. Me invito varias veces a la iglesia, pero yo no estaba muy interesada. Fui a unas campañas evangelisticas, algunas noches, y ya no regrese más. Pero, luego de algún tiempo, empecé a tener problemas en mi familia, me sentía muy desanimada, sin muchos motivos de existir y muy deprimida. Un día me pregunte: Que estoy haciendo con mi vida? Entonces, sentí un gran deseo de volver a visitar la iglesia los Sábados, y empecé a asistir a la Iglesia Adventista de Bellevue. Creo que el Espíritu de Dios me estaba llamando a la iglesia Adventista.
Aunque aprendí muchas verdades en el estudio de la Biblia, y especialmente la verdad del Sábado, lo que más me gusto fue el amor que los hermanos mostraban unos a otros, especialmente en momentos de necesidad. Cuando mi amiga María perdió a su esposo trágicamente, yo fui testigo de cómo la iglesia la trato, con mucho amor, ternura, compasión y atención. Entonces pensé, este es un lugar donde yo quiero estar y pertenecer, yo también quiero eso para mí, una vida llena de Cristo, llena de paz y de amor.
Cuando el Pastor Rodríguez me hablo sobre el bautismo, acepte con gusto y gran alegría, aunque estaba un poco nerviosa. El día de mi bautismo, fue un día muy especial para mí, y recibí mucha paz en mi Corazón. Ese mismo día de regreso a la casa, mi hijo Josué, me dijo: yo nunca he sido bautizado. Puedo yo también ser bautizado? Le conteste: claro que sí. Tú también puedes tomar tu decisión por ti mismo, no como lo hacíamos antes. Así que el también decidió entregarse a Jesús y fue bautizado junto a un grupo de jovencitos en la Iglesia Adventista de Bellevue. Estoy muy feliz de haberle entregado mi vida al Señor Jesús y pertenecer a la familia de Dios.”
Actualmente la Hermana. Rosa Elena sirve en la iglesia como Diaconisa y colabora en el departamento de Escuela Sabática. Se siente feliz de haberle entregado su vida al Señor, y está siempre dispuesta a ayudar a otros, brindando el amor de Jesús.
“Sólo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: Seguidme.” (Ministerio de Curación, Pg. 102)
Pastor Victor Rodriguez, la iglesia de Washington Conference