Ningún grupo étnico está creciendo más rápidamente en los Estados Unidos como el segmento hispano. Con más de 41 millones de hispanos en los Estados Unidos, algunos estiman que para el año 2050 abarcará la tercera parte de la población del país.
El rápido crecimiento de los hispanos en el Noroeste representa tanto una oportunidad como también un desafío para la Iglesia Adventista al compartir el mensaje de salvación. Un reporte del Grupo de Investigación Barna, basado en encuestas a más de 4.000 adultos, muestra que la fe de la población hispana está cambiando de sus orígenes tradicionales católicos a una mezcla más diversa de religiones espirituales. A pesar de que los hispanos están mundialmente afiliados a la Iglesia Católica, Barna encontró basado en sus estudios que este fuerte lazo se está deteriorando rápidamente en los Estados Unidos, dejando a muchos hispanos con una "carencia de fe" porque, a pesar de que están perdiendo su fe católica, muy pocos están asistiendo a iglesias protestantes.
Manuel Vásquez, en su libro, La Historia no Contada, señala que el trabajo hispano en la Unión del Pacífico Norte comenzó en el Valle de Yakima en Washington y en Weiser, Idaho, en 1956. Mientras leía este libro y reflexionaba en mi propia experiencia con el creciente segmento hispano de la Unión del Pacífico Norte, me pregunté ¿Por qué tenemos un trabajo hispano en esta unión hoy? ¿Por qué está creciendo tan rápidamente?
Veo la clave a esa pregunta en un denominador en común: Gente común aprovechando las oportunidades de compartir el amor de Jesús. Podemos llamar a esta actividad "evangelismo." Evangelismo es pensar como un misionero. Hay un deseo intenso de parte de los miembros de iglesia, profesores, pastores y administradores de alcanzar a las personas donde quiera que estén, quienquiera que sean, cualquiera sea el idioma que hablen y sin importar cómo sea su aspecto.
Estoy feliz de pertenecer a una iglesia que no solo cree en el gran mandato de Jesús y el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14, sino que también sus líderes y miembros predican en sus hogares a sus vecinos y amigos.
A continuación hay algunos ejemplos de personas aprovechando las oportunidades de compartir su amor por Jesús en todo el Noroeste.
Solo un puñado de miembros de iglesia iniciaron el trabajo hispano en Anchorage, Alaska, en los años 80, comenzando una nueva era de evangelismo en la “última frontera” de América. Originalmente se reunían en la iglesia Anglo de O’Malley y luego en la Iglesia de Northside hasta que juntaron los fondos necesarios para comprar su propio edificio en un área denominada por la policía local como “la zona roja.” La Iglesia Hispana en Alaska comenzó a ser una compañía el 5 de febrero de 1994, con 26 miembros.
Según Ricardo Cabero, pastor actual de la Iglesia Hispana de Anchorage, existen varios desafíos que afectan el desarrollo de la iglesia en Alaska, como por ejemplo las condiciones sociales del área que rodea la iglesia, la constante emigración de los hispanos en búsqueda de mejores trabajos, y también que los hispanos están esparcidos por todo el estado. Ricardo también explica que los hispanos en Alaska se han “americanizado,” lo cual dificulta aun más la tarea de alcanzarlos con los métodos tradicionales con los que cuenta la iglesia actualmente.
Desde hace ya un año, los miembros de la Iglesia Hispana de Anchorage se han estado reuniendo en un lugar que les ofrece más comodidad y seguridad tanto a los miembros como a los visitantes. La iglesia está creciendo a través de pequeños grupos en casas de familias y por medio del evangelismo personal. Es una obra lenta comparada a los impactantes resultados del evangelismo público, pero Ricardo ve una gran oportunidad de alcanzar a más de 11.000 hispanos que consideran a Alaska su hogar. La llamada “última frontera” es y debe ser un territorio misionero.
La obra hispana en la Conferencia de Idaho comenzó gracias a la visión de un pastor de habla inglesa que vio la oportunidad de compartir a Jesús con gente diferente a él. En 1956, solo unos pocos miembros adventistas hispanos se reunían en la Iglesia Anglo en Weiser, Idaho, soñando con algún día tener su propia iglesia hispana. Pero no tenían ningún líder hasta que Harry Gray, el pastor de la Iglesia Anglo de Weiser, bautizó en 1961 a Juan Olveda y a su esposa. Juan y su esposa dieron estudios bíblicos por más de una década en Weiser y en áreas vecinas.
Cuando William Morgan, un obrero bíblico, vino al área, contactó a los Olvedas y quedó impresionado de la cantidad de intereses que habían cultivado y llegó a la conclusión de que se necesitaba un pastor de habla hispana para cosechar y desarrollar la obra allí. Y fue así que la obra se desarrolló y creció rápidamente.
Por muchos años el estado de Montana era el único estado en la División Norteamericana que no tenía presencia hispana adventista. Eso cambió cuando en el otoño del año 2004 al pastor Roberto Correa se le extendió un llamado para empezar la obra hispana en el estado del "cielo grande" (Big Sky Country). La iglesia de habla inglés de Billings abrió gustosamente sus puertas y su pastor se unió a Roberto para apoyar la obra hispana.
Como la cantidad de hispanos en Montana es pequeña, los líderes de la iglesia han comenzado con una iglesia bilingüe para alcanzar a más personas. Según nos dice Roberto, "La idea es trabajar por los anglos en esa zona de la ciudad y a la vez dar la posibilidad de que los hispanos tengan un lugar de adoración."
Este cambio ha sido una bendición muy especial para el grupo de Billings. El sueño de Roberto es que muy pronto el grupo llegue a ser una compañía y luego una iglesia organizada. Él cree que esto es posible con la ayuda de Dios.
La obra hispana en el estado de Oregon comenzó en 1970 cuando el presidente de dicha conferencia, Walt Blehm aprovechó una gran oportunidad evangelística. Centenares de trabajadores agrícolas mexicanos y sus familias comenzaron a emigrar al área de Woodburn para trabajar en los campos y en las huertas. Después de la cosecha, muchos decidían quedarse y criar sus hijos en Oregon.
Walt Blehm, un dirigente visionario y hombre de acción, convenció al comité ejecutivo de su asociación para que el trabajo misionero en favor de los hispanos fuera uno de sus proyectos prioritarios. En 1973, el pastor Frank Ottati fue el primer pastor hispano en Oregon.
Frank, junto con otras familias de California, estableció la primera Iglesia Adventista Hispana en la ciudad de Woodburn. Esta iglesia es la madre de casi todas las iglesias hispanas en Oregon. Muchos otros hermanos, pastores, administradores y maestros han seguido el ejemplo de Blehm de aprovechar la oportunidad de compartir a Jesús con otras personas.
La historia de la obra hispana en la Asociación del Alto Columbia comenzó en el Valle de Yakima, Washington, en 1956. El presidente C. L. Bond, al comprender el gran potencial para la obra hispana que había entre los miles de trabajadores migratorios de su territorio, le pidió al pastor Kenneth Fleck, quien acababa de regresar de Guatemala como presidente de la Misión, que viniese e iniciase la obra hispana en el área del Valle de Yakima. El pastor Fleck y su esposa, Alcyon, ambos bilingües, se trasladaron a Granger, Washington, donde comenzaron la obra misionera hispana.
Tremendas conversiones y grandes milagros están ocurriendo en el territorio de la Asociación del Alto Columbia bajo la dirección de Eddie Allen, coordinador hispano, y un excelente grupo de pastores y evangelistas cuyo afán es salvar almas para Cristo.
Los comienzos de la obra hispana en la Conferencia de Washington se remontan a 1968, con solo 20 miembros bautizados.
Según nuestros registros, la primera Iglesia Adventista Hispana fue organizada en el año 1977 en Bellevue con 33 miembros. La iglesia de Bellevue creció hasta contar con unos 60 miembros que se reunían en la iglesia americana.
Bajo el liderazgo del Pastor Manuel Cabral, la obra hispana se extendió a Seattle, Renton, Federal Way y Tacoma. Jesús Padilla, un dedicado trabajador laico, se mudó de Los Angeles a Bellingham y al notar que no había iglesia hispana en Bellingham, habló con el pastor Cabral para que le ayudase a formar una iglesia en Bellingham. El pastor accedió al desafío sin darse cuenta que en Bellingham solo había un pequeño grupo de 5 personas.
Sin embargo esto no desanimó al pastor Cabral y se reunió con los hermanos, les trasó planes de trabajo y los invitó a orar por el desarrollo de la obra en Bellingham. Como resultado del fiel trabajo y en respuesta a las oraciones de hermanos y pastores tenemos una hermosa congregación hispana en la ciudad de Bellingham al noroeste de Washington.
Dios ha bendecido su obra en Washington. La obra hispana allí ha experimentado un crecimiento del 46% en los últimos tres años y tiene una membresía de más de 1.200. El pastor Bing señala que ellos han diseñado planes agresivos para el crecimiento de la obra hispana. Esos planes incluyen establecimiento de nuevas iglesias, y fortalecimiento de las iglesias ya establecidas, así como también el inicio de nueva obra en la península.